Bienvenidos!

Bienvenidos.
Gracias por visitar el pequeño nido del cisne.

Cuento con un pequeño compendio de escritos que van resultando de luces esporádicas de imaginación. Ratos de cielos color violeta sobre mi cabeza.


Escritor amateur, graduado de Letras, aunque lejos de los mejores honores. Aficionado también a la Historia y a la Filosofía.
Espero que encuentren amenos mis breves relatos. No aspiro a nada, pero me alegraré de saber si al menos una persona logró cautivarse un par de minutos. Supongo que eso hace la diferencia entre una rutina trazada y un devenir diferente.

¡Gracias de antemano!

viernes, 20 de mayo de 2011

14. Vibraciones.




Ribera nocturna, oscuros cielos, nubes vaporosas,
No engrandezcan más las heridas de mi abatida alma.
Estoicos vientos, Luna serena, corrientes olorosas
A tristezas clavadas en la víspera y la calma.

Mi débil alma, aciaga e infausta,
No soporta más desgracias de la vida.
Creo que está al límite, exhausta,
De los reveses que el destino anida.

No viviré mucho tiempo más.
Las desgracias me asfixian, me aprietan
Como queriendo ahogarme en mi suerte.


Y necesito aire, necesito paz
Mas las aflicciones sofocan, aumentan,
Y al final estallan en la muerte.

13. Monstruo.

Muertes silentes, monstruo quimérico, los espíritus allanadores de los débiles caminan con la mayor de las calmas. No lo han pedido, no lo han querido, pero la neblina del final se ha disipado, ahora todo se ve claro. Cierto ente les toca los hombros a los desventurados con descaro. ¿Han sido estos pobres títeres los culpables del llanto y la desolación que traerá como consecuencia el designio?
El horror grita sobre el campo, y no está de más. Sus realidades son claras y penosas. ¿Qué más podían hacer, sino obedecer los mandatos de los más poderosos?
Y allá los verás entre el polvo, librando absurdas batallas de las que el honor no les corresponde. Su destino no es otro que el de complacer a un hombre frío y cruel, y evitar el ocaso personal. Allá van, no paran, uno tras otro. Son esclavos.
Es claro que los demonios del inframundo se complacen observando el sangriento espectáculo, y recibiendo ante sus puertas a un centenar de rostros vacíos, demacrados y terriblemente extenuados, con los ojos lacrimosos por haberlo perdido todo, a cambio de nada.
Los más fuertes continúan mirando hacia lo imposible, pero con los pies en la tierra, y las señales no arriban. Es preciso perecer. ¡Oh, búsquense urgentemente un verdadero motivo de honor, y sonrían antes de derramar su sangre y sus vidas por el polvo!
Y a matar al hermano, al congénere, al que lo señores designaron “el enemigo”, una persona con alma negra, contagiada de la peste helada, muerto en su mente; hombres que se ausentan del mundo prematuramente, víctimas del monstruo.
¿Sobreviviste? Ya no eres libre, te esclavizaste, morirás por tu conciencia, o en el próximo enfrentamiento, en donde volverás a ser títere, una pieza de ajedrez.

12. Déjame en Paz.


Descubierto, condenado. No ha habido un juicio previo, sólo lo que a tu acomplejada mente le sirvió de raquítico sustento. ¡Tal parece que no vamos tan mal! ¿Cuál es la diferencia que nos agrieta a ti y a mí? Ambos estamos locos: uno, falsamente enjuiciado por un ignorante; el otro, creyéndose y atribuyéndose una superioridad evidentemente fantasmal. ¿Pero qué desvariado pide que se le comprenda? Yo no lo he hecho, pero no te exijo consideraciones. No lo hago, porque sé lo que eres, lo suficientemente materialista como para aborrecerte.
Juro que no tengo nada en contra tuya. Juro también que he respetado tu simpleza hasta ahora. Pero no puedo, no debo permitir que un espíritu flojo de sentimientos como el tuyo quiera imponer dominio sobre mi mente y corazón. ¡Ya basta! No pretendía hacerlo, pero ahora no puedo dejar de considerarte como un rival, un hostil en mi camino, un bloque, un obstáculo sencillamente. ¿Qué propensión obsesiva tienes hacia las personas retraídas en su mente? ¿Acaso con mis subliminales palabras te he causado siquiera el mínimo de los daños? Hazme comprender el motivo de la aversión, por favor.
Que yo sienta inclinación por lo inconcebible para ti, no alcanza el título de motivo para tus ataques constantes. ¿Qué es lo que más prefieres tú? Dímelo, para proponerte ser enemigos mutuos.
¡Ah, estos espíritus juveniles actuales, tan volubles, tan crueles y mezquinos, sin fundamentos, dejándose llevar por la corriente! Me encanta, me fascina ser diferente a ti. No tener tu mentalidad es para mí como una bendición, y poseer mis gustos propios es una gracia divina.