Busco entre los escombros, bajo el gélido anochecer, alguna
pista que confirme la teoría de que alguna vez hubo algo entre nosotros.
Las ruinas se asoman a medianoche, tienen la frialdad de la
luna al tacto. Siento que alguien se burla de mi inspección, como si realizar
retrospectivas fuera algo tan lúdico y absurdo.
Pero estoy seguro de que hay algo que no se puede pasar por
alto. ¿Cuántas veces se dicen cosas que no salen del corazón, y que se funden
en una máscara de amabilidad y cordialidad?
El hielo del aire me petrifica los pulmones y me asfixia, a
la par que comprendo que todo ha terminado. ¿Qué voy a buscar, cuando la
respuesta ya me la diste? Sólo esperaré a que la indiferencia termine de
insultar a mi moral, hasta que se satisfaga y me deje desvalido. Y, por qué no,
esperaré también a acostumbrarme a la sombra de tus recuerdos y a la ausencia
de tu persona.
En mi ser, por dentro, aún rebotan las palabras que me
encantaron, y es que eras más que un simple gusto o una afición para mí. Eras
un modelo de hermandad. Algo más de lo que yo pude querer o siquiera concebir.
Eras lo que soñé sin saberlo.
Trozos de un lazo dorado se desperdigan por los suelos. Tela
desgarrada y promesas a medio cumplir. Un pasado que nos ató, conjugándose con
un porvenir de indecisión y duda para nuestra propia historia de dos.
Fue la belleza una eterna sirena que, hechizándonos, nos
hizo perder la cordura. ¿Qué puede haber más irreal e incierto que una promesa
lanzada al aire, un siempre o un jamás? ¿Hay algo que nos ciega con mayor
fuerza, por las expectativas enormes de la felicidad?
Mi pequeña, lo ilusorio y lo lejano, mi débil utopía; virtual
joya, que se lleva a manera de holograma, con la desazón de no poder tener el
placer de tocarla y disfrutar su presencia, ¡qué daño me he causado yo mismo! Sí,
he agradecido lo aparente, sí. Pero mi corazón ha sido atravesado por mi propia
flecha, y eso es lo que no puedo pasar por alto.
Tu bondad y nobleza tañían las fibras de mi ser como se tañe
a un arpa. Solía estremecerme con dos palabras tuyas, ocultar mi sonrisa lo
consideraba una necedad primitiva. Estabas para mí y yo para ti.
Ahora un huracán nos ha hecho caer en direcciones contrarias
por la fuerza de sus vientos impetuosos, y probablemente cuando nos queramos acercar
seamos dos imanes repelentes. ¿Cómo saberlo? El tiempo lo dirá, aunque ya ha
comenzado a escribir nuestro cuento de Tragedia, y su pluma ya vuela.
Como nuestras propias plumas.
Y como volaron las expectativas, y como voló la felicidad, y
como quizá algún día vuelen esas sombras que se nos arrastran por los suelos.
Y como volaste a un nido lejano.
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Mel <3
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Mel <3