Descubierto, condenado. No ha habido un juicio previo, sólo lo que a tu acomplejada mente le sirvió de raquítico sustento. ¡Tal parece que no vamos tan mal! ¿Cuál es la diferencia que nos agrieta a ti y a mí? Ambos estamos locos: uno, falsamente enjuiciado por un ignorante; el otro, creyéndose y atribuyéndose una superioridad evidentemente fantasmal. ¿Pero qué desvariado pide que se le comprenda? Yo no lo he hecho, pero no te exijo consideraciones. No lo hago, porque sé lo que eres, lo suficientemente materialista como para aborrecerte.
Juro que no tengo nada en contra tuya. Juro también que he respetado tu simpleza hasta ahora. Pero no puedo, no debo permitir que un espíritu flojo de sentimientos como el tuyo quiera imponer dominio sobre mi mente y corazón. ¡Ya basta! No pretendía hacerlo, pero ahora no puedo dejar de considerarte como un rival, un hostil en mi camino, un bloque, un obstáculo sencillamente. ¿Qué propensión obsesiva tienes hacia las personas retraídas en su mente? ¿Acaso con mis subliminales palabras te he causado siquiera el mínimo de los daños? Hazme comprender el motivo de la aversión, por favor.
Que yo sienta inclinación por lo inconcebible para ti, no alcanza el título de motivo para tus ataques constantes. ¿Qué es lo que más prefieres tú? Dímelo, para proponerte ser enemigos mutuos.
¡Ah, estos espíritus juveniles actuales, tan volubles, tan crueles y mezquinos, sin fundamentos, dejándose llevar por la corriente! Me encanta, me fascina ser diferente a ti. No tener tu mentalidad es para mí como una bendición, y poseer mis gustos propios es una gracia divina.
bellos poemas plagados de sentimiento, creo comprender su significado, saludos!
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