Dolor, dolor que esta ausencia me inyecta;
frialdad, consumación de los sentidos.
Tu imagen que la nada me proyecta
albergando sangre y sueños partidos.
El ocaso a mi cuerpo difumina
en la lluvia negra y corrompida.
Cómo pude albergar esa esperanza
esparcida tan ciegamente a ultranza.
En mis brazos del mundo te escondías
cuando ese triste corazón robado
se arrastraba en dolorosas sequías
de amor latente poco afortunado.
Yo enjugaba tus lágrimas, recuerdo,
la triste pasión de un amigo eterno;
si vagando lejos con él te encuentro
mi día se transforma en el infierno.
¿Por qué, por qué, Cupido desgraciado?
Yo sólo quería estar a su lado...
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