Hay un verso lejano, arrinconado en lo más abismal de mi mente, retorciéndose entre el olvido y la incertidumbre, rodeado de pesares, de sinsabores, de desilusiones. Es un verso resplandeciente, candoroso, de subliminal belleza, que no permite contagiarse de los desazones que albergo en mi corazón.
Hay un verso que habla de amor, de esperanza, de felicidad. Palabras oscuras, misteriosas, pero llenas de romance incierto.
Ese verso lo has despertado tú, mi niña, con tu prescencia; debilitas la coraza de mi alma con tu sonrisa, abres mi mente, derrites el hielo de mi corazón.
Se deriva de tu mirada una ternura sin igual, causa de la mayor de mis ansiedades; tus ojos brillantes como dos estrellas despiertan en mi ser un sentimiento que reconozco, que es influyente, que abarca mis ánimos, que es amor.
Amor al verte, pequeña; amor al tenerte cerca, amor al conversar, amor en el aire, amor a flor de piel. Amor en la magnificencia de su extensión.
Amor cuando desplegas tu sonrisa, cuando caminas, amor cuando existes, amor siempre. Amor eterno, amor sin igual. Amor que derrite mi espíritu con tus singulares muestras de alegría, que apaga mi odio, que enciende mi felicidad.
Te ruego que continúes existiendo y te lo agradezco profundamente, porque con ello mantienes a un cuerpo vivo ya casi exangüe.
Despierta mis versos con tu presencia, te lo pido, porque por más lejanos que se encuentren, siempre emergerán de las cenizas para hallarse con tu esplendor.
Hay un verso lejano
Bueno, ya te dije que no sé qué decir... Cuando voy a comentarte se me hace un revuelo... "Ajá, ¿y qué pongo entonces?"
ResponderEliminarRealmente escribes de una forma hermosa y no sé si te lo he dicho, pero siento que puedo aprender mucho de ti.
Acerca del escrito como tal, es una observación bastante obvia, pero creo que quisiste plasmar lo que sería una musa... ¿o no?