¿Quién, tras el espejo, asoma despacio
Con temor banal, medrosa mirada?
Que por algún resquicio, despistada,
Su destello fiel de oro y topacio,
Pero tan irresoluta y apocada
Entrever deja la marca del cansancio,
Mas del gozo y la dicha extraviada
De la fantasía cruel traspaso.
Hinca su brillo ocular el infante
Presa de la lágrima candorosa;
De la magia le privó algún tunante
Que la vida nos brinda generosa.
A tierna criatura, fin diferente.
¡Necia muestra de apatía al mundo!
¡El destino de éste es el presente
Del que el hombre deja moribundo!
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