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Bienvenidos.
Gracias por visitar el pequeño nido del cisne.

Cuento con un pequeño compendio de escritos que van resultando de luces esporádicas de imaginación. Ratos de cielos color violeta sobre mi cabeza.


Escritor amateur, graduado de Letras, aunque lejos de los mejores honores. Aficionado también a la Historia y a la Filosofía.
Espero que encuentren amenos mis breves relatos. No aspiro a nada, pero me alegraré de saber si al menos una persona logró cautivarse un par de minutos. Supongo que eso hace la diferencia entre una rutina trazada y un devenir diferente.

¡Gracias de antemano!

jueves, 17 de octubre de 2013

94. Todo acaba.





Los infortunios atizan azarosamente a los diversos sectores de la vida, como si tuviera alguna enemistad arraigada contra el ser humano. De pronto es capaz de jugar con los hilos de la existencia, tensarlos, incluso romperlos, yéndose después con una sonrisa de satisfacción infantil, sin dar explicación alguna sobre su comportamiento.

La vida es demasiado corta y frágil, además de traicionera, pero eso no lo pensaba la señorita Melissa cuando, distraída, abordó el metro de regreso a su casa.

Venía maldiciendo en silencio, un poco entre dientes, antes de llegar al transporte público; cuando lo tomó ya se había calmado un poco en sus pensamientos de violencia y negatividad.

No iba a ponerse a pensar que, después de haber dejado con el intento de una bofetada a quien era su prometido, iban a separar completamente sus caminos.


Tomó asiento con la insatisfacción reflejada en su rostro. Había basura en su mente que le ofuscaba de lo que debía importar. Se mordía el labio una y otra vez en un acto reflejo, molestándose más por dentro, odiando a todo lo que se movía alrededor. Pensaba en darle un escarmiento al maldito necio que había sido grosero con ella, no hablarle en varios días, no contestarle sus llamadas insistentes, dejarlo en el limbo de la inseguridad y la incertidumbre.

Lo cierto es que Melissa no era una chica con demasiados escrúpulos. Una pequeñez podía agriarle la noche, y su espíritu vengativo le indicaba reflejar su pesadez sobre los demás, específicamente con su amado. Era verdad que lo llevaba en su corazón, pero ella parecía querer más a su orgullo.


Quien es desgraciado suele atraer hacia sí las penas más profundas. No pasa un instante de insatisfacción con el mundo para que algo más vaya a golpear su existencia. Pero Melissa no temía al destino. Revolvía con una mueca sus pertenencias en su bolso, sin buscar nada, pero por lo menos moviendo sus manos para que le alejara la sensación de inutilidad.

El metro avanzaba veloz, y por ella continuaban pasando los sentimientos negativos. Su ceño fruncido no indicaba prosperidad en su ánimo, sino que por el contrario, parecía hundirla emocionalmente. Él era un idiota, era un patán. Sí, lo amaba, pero se complacía con ofenderlo en su mente, porque eso se sentía bien.

“...Y no volverá a saber de mí”, se decía a sí misma, “al menos hasta que yo lo decida”.


No había pensado en que probablemente el destino sería quien decidiera lo que pasaría entre ambos amantes.

Melissa nunca supo exactamente qué ocurrió, tampoco fue verdaderamente relevante. Quizá su recuerdo más fresco después de la nada fue una luz, una luz inmensa que provino de todos lados repentinamente, colándose por las ventanas, llenando todo el espacio de su resplandor. Un golpe seco y sonoro, pero eso vino después. Era todo un estallido. Nadie comprendió lo que ocurría, pero tampoco importaba.

De pronto, gracias al golpe, todos habían perdido la conciencia y probablemente algo más.

Mientras la persona que se sentaba al lado suyo se había atorado entre los metales retorcidos de los asientos, Melissa había sido lanzada hacia la puerta con la violencia de una devastación, y por una fracción de segundo, si bien incomprensible, supo que todo había cambiado completamente.

No iba a poder adivinar que su amado no la vería nunca más, que el castigo impuesto sería eterno, que las últimas palabras hacia quien amaba con su vida fueron ofensas, que sus últimos pensamientos fueron basura ante el que fue el más importante de su vida.

Todo acaba, todo termina en esta horrible vida, de la forma más injusta y arbitraria.


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Pequeño ejercicio de clase.

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