Bienvenidos!

Bienvenidos.
Gracias por visitar el pequeño nido del cisne.

Cuento con un pequeño compendio de escritos que van resultando de luces esporádicas de imaginación. Ratos de cielos color violeta sobre mi cabeza.


Escritor amateur, graduado de Letras, aunque lejos de los mejores honores. Aficionado también a la Historia y a la Filosofía.
Espero que encuentren amenos mis breves relatos. No aspiro a nada, pero me alegraré de saber si al menos una persona logró cautivarse un par de minutos. Supongo que eso hace la diferencia entre una rutina trazada y un devenir diferente.

¡Gracias de antemano!

viernes, 9 de abril de 2021

120. El fin

 He decidido poner punto final a este blog.


Sé que soy el único que consistentemente recuerda este espacio, así que supongo que lo hago por mí. De cualquier modo, "El cisne de cristal" es un proyecto que ha quedado absolutamente muerto, y sólo faltaba que decidiera reconocerlo. 

No me importa hacerlo. Después de todo, esto nunca tuvo un rumbo definido. Comenzó como una curiosidad en un ya lejano 2011, cuando deseaba colocar en algún sitio fijo algunas cositas que escribía en un cuaderno verde por aquellos ayeres. Poemas, escritos cortos e incluso relatos demasiado juveniles y absurdos -algunos hasta de muy mal gusto- que tenía elaborados y que no encontraba un lugar en donde publicar, aunque fuese para mí mismo. En aquellos tiempos, no sólo tenía mucha más creatividad e imaginación que ahora, sino que también sentía mucha más necesidad de expresar a través de versos y palabras las cosas que atravesaban por mi alma. 


Hoy, reconozco que no puedo hacerlo más. "El cisne de cristal" de algún modo representó un gran descenso al infierno de mi depresión. Inició siendo un jugueteo, un refugio, una forma cálida de abrazar mis trastornos emocionales. Me divertía con palabras, con escenarios, describiendo sitios idílicos a donde mi cuerpo jamás iba a poder llegar. En mis comienzos tenía una debilidad por hablar sobre la noche y el amanecer, sobre lagos de cisnes, sobre praderas, sobre rosas abandonadas y sobre versos extraviados en la oscuridad. Lugares y situaciones de amenidad, en donde podía esconderme. Después, poco a poco, el viaje comenzó a ensombrecerse. Las entradas fueron volviéndose más opresivas, las palabras que salían ya eran más amargas, los relatos y los poemas mucho más fríos. Al cabo de un par de años, todo lo que pasaba por mi cabeza eran escenas de muerte, de tormento, de castigo, de sangre. Hay no pocas entradas que hoy encuentro muy escalofriantes por esos entonces. Pero al menos, estaba siendo sincero en mis emociones. Ninguna de ellas reflejaba algo que estuviese realmente deseoso de hacer, tan solo eran el escape a un montón de sentimientos negativos que parecía que fluían por mis venas y no dejaban descansar a mi mente. Tenía que materializarlos de alguna forma. 

Luego traté de volcarme a otros intereses, a volver mis entradas a un sitio que me distrajera más. Pero terminó por no funcionar. Me sequé, me quedé sin ideas, necesitaba volver a expresar más frialdad, pero ya no quería hacerlo. El resultado fue un bloqueo absoluto primero, y luego una aridez emocional. Había aprendido a convivir con tanto de ese dolor, tanto de esa miseria, incluso tanto de esa culpa desgarradora, que ya no podía materializarla en nada. No pude reconocerlo en su momento: simplemente sentía que era un pequeño desierto en mi ruta como escritor, pero al final tuve en claro que todo se había terminado. Esto no daba para más. El blog dejó de ser mi refugio, que primero usé para vivir una existencia alternativa, luego para despotricar contra mí mismo y mi entorno, y luego para fingir que no estaba pasando nada. Una montaña rusa demasiado extrema. 


Es mejor cortar por lo sano y aprehender la idea de que todo se ha terminado. No soy una persona de ciclos, en lo absoluto, pero me parece simpático venir a escribir esto exactamente 10 años después de haber comenzado todo, a principios de abril de 2011. Hoy, 08 de abril de 2021, pongo punto final a este proyecto. No es, en lo absoluto, un adiós a mi afición a la escritura, que aunque he tenido una sequía extremadamente prolongada debido a la gravedad de mi depresión, tampoco voy a despedirme de ella de manera definitiva. Pero eso sí, jamás volverá a ser bajo la figura del cisne de cristal. Ese cisne ya se ha roto, y no volverá. Fue un sueño, un sueño frágil que se desvaneció y se perdió en la historia. Fue algo que simplemente, no renacerá. El cisne de cristal está muerto. 


Gracias a todas las personas que alguna vez, bajo cualquier motivo, llegaron a este lugar. Quizás bajo otras formas, volvamos a encontrarnos en nuestros caminos. Adiós.


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Valga como aclaración final, aunque creo que ya quedó bastante dicho: nada de lo que se reflejó alguna vez en este blog tuvo intenciones de ser un grito de auxilio, ni tampoco de defensa ante actitudes nocivas. A lo largo del mismo hubo entradas de lo más variopintas, pero muchas de ellas con un gran componente oscuro. Todo ello siempre representó ni más mi menos que ficción pura. En ninguna de ellas tampoco busco hacer apologías al suicidio, a la muerte, al odio o a la violencia. Todo ello era materialización de mis emociones galopantes. Bastante juveniles también, para ser franco. Con la madurez caí en cuenta de que quizás nunca debí ser tan gráfico, tan directo o tan obsceno con estas ideas. Pero de cualquier forma, tampoco pienso eliminar nada. El blog es un viaje para mí, como he dicho, de cómo navegué de mis inocentes inseguridades a mis 18 años, a cómo me fui hundiendo más y más en una depresión profunda y abrasadora que fue y sigue siendo muy real. Es sólo que, por favor, no hay que tomar nada de lo escrito aquí muy en serio.