Bienvenidos!

Bienvenidos.
Gracias por visitar el pequeño nido del cisne.

Cuento con un pequeño compendio de escritos que van resultando de luces esporádicas de imaginación. Ratos de cielos color violeta sobre mi cabeza.


Escritor amateur, graduado de Letras, aunque lejos de los mejores honores. Aficionado también a la Historia y a la Filosofía.
Espero que encuentren amenos mis breves relatos. No aspiro a nada, pero me alegraré de saber si al menos una persona logró cautivarse un par de minutos. Supongo que eso hace la diferencia entre una rutina trazada y un devenir diferente.

¡Gracias de antemano!

lunes, 21 de julio de 2014

108. No me gustan los lunes







Roxanne, you don't have to put on the red light
those days are over
you don't have to sell your body to the night



El disco comienza a rayarse. Es una lástima. Pienso que debo levantarme de la cama, papá no está y no hay mucha comida en el refrigerador. Todo el espacio lo ocupan sus botellas de whisky. No le basta el piso y el sofá. No hay lugar para mucho más.

El disco da otra vuelta pero en ocasiones se detiene. Me molesta. Pero golpear el tocadiscos lo dañará más. Es mi único disco, es la música que amo. Es la melodía de mi vida. Es lo que me acompaña y lo que apaga la chispa, el ardor. Ese ardor… No debo enfurecer.

Hoy no puedo salir. Papá no iba a regresar hasta tarde. Es una pena que no pueda usar mi rifle hoy. El rifle es tan divertido… las últimas tres semanas las he empleado para practicar mi puntería matando pájaros en el bosque. Desde que me decomisaron mi pistola de aire comprimido no había podido entretenerme mejor.

Papá me dio este rifle para que dejara de fastidiar. Fue mi regalo de Navidad. Yo quería un radio. Él me dio un rifle con 500 balas. No sé por qué lo hizo, creo que sólo quiere tenerme lejos. Creo que quiere que me mate. Pero me lo regaló, es sólo mío, y yo soy feliz. Me encantan los rifles, las armas y ver la sangre de las aves correr, roja, entre sus plumas yertas.

A él no debe importarle lo que yo haga con mi vida. Él siempre quiso deshacerse de mí, ¿no? Él quiere vivir la suya. Él quiere vivir en el alcohol. Yo quiero vivir en mi música. Pero no tengo radio, pero mi disco está rayado. Tengo que hacer algo. Este día es pesadísimo. Es un maldito lunes plomizo.

Me levanto de la cama, doy vueltas en mi habitación. Todo está tirado. Hay muchas cosas por el suelo, pero ya tendré tiempo de arreglar después. Me gusta mi desorden, me gusta. It’s a bad way, Roxanne. You don’t have to put on the red light. En la ventana no hay muchas cosas interesantes que ver. Lo de siempre. El estúpido panorama. La calle transitada. El estúpido sol. El colegio a donde fui de niña, ahí enfrente. Los niños idiotas entrando a clases.

Los niños como perros, como ovejas, como un rebaño de ovejas, como patos.

Como pequeños pajaritos dando saltos mediocres.

Supongo que es hora de divertirse. Abro la ventana. Entra un aire fresco, una corriente, me despeina mis horribles cabellos rojos. Pero hay que dejarla abierta. Voy por mi hermoso rifle, casi nuevo, en una esquina. Con sus provisiones. Lo tomo, lo acaricio. Ésta es mi diversión. ¿Por qué no puedo salir hoy al bosque? ¡Me aburro tanto!

Mi estúpido rifle.

Aproximo una silla a la ventana. Hay que estar cómoda. Papá dice que para disparar no se debe estar tenso. Hay que aflojar los músculos. Hay que afinar la mirada, hay que sentir que uno mismo es el arma.

Coloco el rifle sobre el borde de la ventana. Su cañón se dirige a la entrada del colegio. Tiene una mira de precisión. Los cuerpos de los niños danzan entre la cruz negra que dibuja el lente de mi rifle. Esto va a ser divertido.

Detono. Una vez. Otra vez. Otra vez. Al de la derecha. Al de la izquierda. Al pillo que corre por allá. A la niña de trenzas. Me gustan las chaquetas rojas y azules de los niños. Esto es tan divertido. Cae un niño, adolorido. A otro, creo que le he volado un brazo.

Disparo. Disparo. Disparo. No hay mucho sonido. Este rifle no patea. Lo amo tanto. Maravilloso rifle, tan preciso, tan bonito, tan sanguinario. Ahí uno, ahí otro. Los gritos en el aire creo que los ensordecen, a mí no. Yo canto, yo canto I won't share you with another boy…

Los niños gritan, los niños corren en todas direcciones como hormigas a las que les han pisoteado su madriguera. No saben en donde refugiarse. Idiotas. Mi precisión es tan certera. ¿Detrás del carro, tonto? No te escaparás. Bang. Allí y allá. Al de allá. Aquél corre también, lo abato. No se saben refugiar. No saben que los voy a atrapar. Pajaritos.

Ese señor, ese director estaba en mis tiempos. Era un maldito conmigo. Aquél que va allá, el de traje, ése es el director del colegio. Sale para ver qué ocurre, para ver a quién salva. Iluso. Él me mandó al psicólogo. Él dijo que debía tener terapias. Le dijo a mi padre que yo era una suicida potencial. No sabe nada. Yo sólo quiero divertirme.

Le he volado el corazón a un niño. El pecho, es la parte más sencilla de acertar, es letal. A la cabeza no doy una. No se me acabarán pronto mis balas. Tengo 500. Pienso descargarlas todas. Ah, estoy riendo.

El director se interpuso entre un niño caído y mis deseos sanguinarios. Pues vamos a arrebatarle la vida. Uno, dos, tres disparos. El director ha caído al suelo. Cuatro, cinco, ¿por qué no? Vamos a despedazarlo. Tengo muchas balas. Tengo muchas, muchas balas.

I know my mind is made up, so put away your make up!

Idiota celador. Va e intenta reanimar al director caído. Idiota celador. Pues vamos a abatirlo también. Desde mi ventana, soy imbatible, soy la reina del mundo. Me temen y huyen. El celador no me teme, tal parece. Tres disparos, y queda yerto en la banqueta también.

Creo que están transportando a los niños desde la puerta trasera. Ya me vieron. Me vieron, pero ¿quién me hará frente? Estoy armada. Tengo un hermoso rifle. ¿Quién va a negociar? No saben que sólo quiero acabarme mi carga. Sólo quiero disparar todo. Sólo busco divertirme, ¿qué demonios hay con eso?

Llegan las patrullas. Llegó la policía, Dios. Esto apenas comienza, se pone bueno. Cubren a los niños con los vehículos. Ya no me es tan fácil acertar. Idiotas policías. A uno le vuelo el cuello de un balazo. Los demás, cobardes, se esconden. Se arman. Quieren detenerme. Me amenazan con disparar. No van a poder. Estoy desde mi ventana, en lo alto de mi casa. Yo tengo mi rifle francotirador. Ellos no me van a matar. Ellos no pueden hacerme nada. Yo soy la reina del mundo.

El tiempo pasa, las horas se arrastran. Es divertido. Unas doscientas balas bien utilizadas. Otras sólo las disparo al aire. Es tan divertido, es tan divertido. Pasan las horas. Se hace tarde. Pasa el mediodía, pasan… Creo que pasan seis horas. Me quedan cinco balas. Cuatro. Tres. Dos. No puedo más.

Ah, tiro mi rifle. Ya no tengo balas. Tengo que negociar ahora con la policía. ¿Por qué la diversión siempre tiene que acabarse en algún momento? Voy a aburrirme el resto de la tarde. Yo quería continuar. Mi padre me dio pocas balas. Aunque, bueno, tengo hambre.

La policía tira la puerta de mi casa. Creo que vienen reporteros. Vienen entrometidos. Viene la fuerza pública. Vienen todos. Creen que soy peligrosa. Creen que soy una criminal. Yo estoy drogada. Yo estoy mal. Yo estoy loca. Yo estoy incapacitada para enfrentarlos.

Entran. Me apuntan todos. No tengo mi rifle en mis manos, sólo estoy sentada en mi cama. ¿Qué más podía hacer? Ya sabía que iban a venir. Son unos aguafiestas.

Me atenazan el brazo. Me someten. Alguien pasa mis manos a mi espalda, me tiran de rodillas. Corren a mi alrededor, hay muchas pisadas. Siento que todo el mundo me tiene sujeta. Ponen esposas en mis muñecas, ¿qué puedo hacer?

Me levantan, me dicen que no volveré. Que mire lo que he hecho. Que qué pensaba. Que iría a la comisaría. Yo creo que iré a la cárcel. Así son ellos.

Pero no sé qué responder a las preguntas que me hacen. Se aglomeran los reporteros a mi alrededor al salir de mi casa. No pueden creer que una jovencita de 16 años como yo haya realizado tal masacre. Piensan que soy un fenómeno. Yo les digo que no.

Un reportero se me acerca, tiene una libreta. Es un imbécil. Me pregunta algo. Le respondo algo.

—¿Por qué, por qué lo hiciste?

"No me gustan los lunes. ¡Son tan aburridos! —le respondí—. Sólo lo hice para animarme el día. No tengo ninguna otra razón, sólo lo hice para divertirme. Vi a los niños como patos que andaban por una charca y un rebaño de vacas rodeándolos, así que eran blancos fáciles para mí. Fue muy divertido ver a los niños fusilados”.



_____________

Relato basado en una historia real. En 1979, Brenda Ann Spencer realizaría la terrible masacre de Cleveland Elementary School, en San Diego California. Su excusa, "I don't like Mondays", se haría célebre. Actualmente continúa purgando su condena en prisión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario