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Gracias por visitar el pequeño nido del cisne.

Cuento con un pequeño compendio de escritos que van resultando de luces esporádicas de imaginación. Ratos de cielos color violeta sobre mi cabeza.


Escritor amateur, graduado de Letras, aunque lejos de los mejores honores. Aficionado también a la Historia y a la Filosofía.
Espero que encuentren amenos mis breves relatos. No aspiro a nada, pero me alegraré de saber si al menos una persona logró cautivarse un par de minutos. Supongo que eso hace la diferencia entre una rutina trazada y un devenir diferente.

¡Gracias de antemano!

jueves, 17 de octubre de 2013

97. Fotografía.






Ha pasado fugaz por mi mente en días tan comunes y tan vanos, lo que ella es para mí, y no puedo evitar lanzar una delicada comparación a las ramas del pasado y del olvido.
No solía sonreír, pero ahí estaba ella, haciendo su esfuerzo siempre minimalista de lucir bien ante la cámara. Yo la abrazaba, ella a mí no. Tan sólo lo hacía de vez en cuando. Momentos tan esporádicos como los relámpagos del cielo, que ahora se ven y luego no.

Llevaba esa bolsa porque le prometí ir de compras, al final olvidé el dinero y creo que fue a propósito.
"No te preocupes", le dije, "paseemos de igual forma por la plaza y compartamos juntos un momento más de nuestras existencias".

Ella siempre tan espiritual, tan desligada de lo terrenal, había aceptado acorde a mis planes.
Previo al enmarcado eterno de aquel día, estuvo el sol bañándole su rostro pálido, y el mundo entero aglomerado en la plaza.
Fue un día sin sonrisas, porque frente a ella jamás necesitaba sonreír. La hipocresía se le resbalaba como si tuviera un eterno repelente. Pero yo fui feliz junto a mi amiga y su compañía taciturna, con sus tintes de depresión y melancolía tangibles.

Fui feliz y capturé la fotografía a las afueras de la plaza. Creo que ella también lo fue, a su manera. Después de todo, terminé comprándole un collar con el dinero de mi comida.
No hubo mucho agradecimiento y yo tampoco lo requerí. La dejé ir después de la fotografía. Creo que la abracé, no recuerdo, pero si lo hice, lo hice bien, porque era nuestro momento.

La fotografía a color me recuerda al gris de las cenizas. Hace ya mucho tiempo que nuestra amistad quedó enterrada en los campos de la historia... de mi historia.



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No es una historia personal.
A mi querida Mel, fiel reflejo del dolor y la melancolía.

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