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Bienvenidos.
Gracias por visitar el pequeño nido del cisne.

Cuento con un pequeño compendio de escritos que van resultando de luces esporádicas de imaginación. Ratos de cielos color violeta sobre mi cabeza.


Escritor amateur, graduado de Letras, aunque lejos de los mejores honores. Aficionado también a la Historia y a la Filosofía.
Espero que encuentren amenos mis breves relatos. No aspiro a nada, pero me alegraré de saber si al menos una persona logró cautivarse un par de minutos. Supongo que eso hace la diferencia entre una rutina trazada y un devenir diferente.

¡Gracias de antemano!

jueves, 17 de octubre de 2013

99. Frente al espejo.





Su sonrisa favorece a mi espíritu y me siento aliviado al verla.
Frente al espejo, mis ojos firmes ante él, mi desgarbada figura importa muy poco ante la perfección de su belleza.
Me toma el hombro, sonríe con una indiferencia placentera ante los dilemas de la vida, y sus finas manos posadas sobre mí me destruyen cualquier defensa.
No hace falta el viento para que sus cabellos luzcan un efecto ondulado, y su poderoso color rojo deslumbre en el aposento entero.


Frente al espejo, no hace falta más que una sombra que simule mi desdicha y a la vez mi esperanza. Mi estabilidad anímica es peligrosamente amenazada con la simple idea de su presencia.
Queda morder mi labio inferior, cerrar los ojos, dejar que se acumulen las lágrimas tras mis párpados y tragarme el amor hasta el fondo de la médula.
Desear que deje de mirarme con esos ojos demasiado especiales.


Frente al espejo, sólo dan ganas de darle un puñetazo. No hay a quien dirigirme salvo a mi reverenda estupidez y mis añoranzas de las vivencias dichosas del pasado.
Hoy es un fantasma que deambula por los recónditos pasajes de mi interior, que fulmina mi corazón cada vez que recorre hasta él, que me recuerda al amargo sabor del veneno.
“Amor”, me dice, a veces. Mi boca no se complace en dibujar sonrisas ante sus aleatorios comportamientos muy poco comprensibles. Creí haber llegado a un punto en el que las tormentas ya ni se dignaban a mojarme la piel.


Frente al espejo, todo es una fantasía; tras de él me atormenta la idea de que mi vida no está. Se me escurre por los dedos, como el agua traicionera que uno salva entre las palmas y se esfuma.


Princesa, no mereces nada, pero te amo.

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