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Gracias por visitar el pequeño nido del cisne.

Cuento con un pequeño compendio de escritos que van resultando de luces esporádicas de imaginación. Ratos de cielos color violeta sobre mi cabeza.


Escritor amateur, graduado de Letras, aunque lejos de los mejores honores. Aficionado también a la Historia y a la Filosofía.
Espero que encuentren amenos mis breves relatos. No aspiro a nada, pero me alegraré de saber si al menos una persona logró cautivarse un par de minutos. Supongo que eso hace la diferencia entre una rutina trazada y un devenir diferente.

¡Gracias de antemano!

domingo, 24 de abril de 2011

10. Ruedan los versos.

Hmm... un escrito que es resultado del desembocamiento de una extraña inspiración que me asaltó a las 4:00 a.m. (?)

Ruedan los versos
Ruedan versos, ruedan poemas rotos, deshilachados, por entre las calles vacías y terregosas de la imponente y nigérrima ciudad, con su vasto cielo zafirado, con su amplio suelo gris como la muerte.
Giran las palabras sobre sí mismas, las letras se desmoronan: es el viento infame el que las lleva, presas del pánico, vagando, por los callejones empedrados y sucios, con la estrechez de lo inconcebible, indeseados.
Las frases se agitan, tremulan, se estremecen con su mismo reflejo, están perdidas y no obstante, la Luna los ha descubierto. Pero es sólo eso, un testigo mudo, un ojo silente en el cielo que todo lo ve sin agitarse entre sentimientos.
Allá van los versos atolondrados y huérfanos, hacia la nada, hacia la perdición, rodando, empolvándose con descaro: nadie sabe de dónde vienen ni a dónde van. Son una masa multiforme, invisible para el poco observador; frases que van juntas y hermandadas hacia la muerte, hacia lo eterno e imposible, ¡hacia lo desconocido, quién sabe!
Ruedan, chocan contra un muro, se precipitan, vuelven a levantarse, son juguetes de la inclemencia, títeres malditos, seres sentimentales sin autonomía, ¡vaya pena! Simples presas de lo etéreo y sublime.
El viento cruel agita las letras como trozos de papel y se escucha que revolotean por lo bajo entre llantos sutiles, pero ¿quién les presta atención? La ciudad duerme. ¿Acaso alguien opine que son más que seres de tinta sin nada que ofrecer? Pero lástima, van muriendo con cada rebote, con cada impacto; el viento es miserable, las arrastra y son marionetas, ¡oh, por dónde han de rodar, las desgraciadas! Las palabras van deformándose en terribles contracciones, y el infortunio hace que pierdan el sentido, su significado...
Vaya contrariedad, qué horror, las letras han dejado de luchar, ya duermen o al menos privan su abstracta mirada de la miseria callejera. ¿Para qué han de luchar? Las poéticas frases que comprendían se han esfumado, ya no son nada, una mezcla homogénea de misterio, simple tinta. ¡Disolución!
Por las paredes chorrea la tinta, aquí y allá. ¿Quién lo lamentará?Las letras han muerto, rodando. ¿A alguien le importará cuando el alba despunte?
Los versos se han esfumado por la maldición de lo subliminal.

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