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Gracias por visitar el pequeño nido del cisne.

Cuento con un pequeño compendio de escritos que van resultando de luces esporádicas de imaginación. Ratos de cielos color violeta sobre mi cabeza.


Escritor amateur, graduado de Letras, aunque lejos de los mejores honores. Aficionado también a la Historia y a la Filosofía.
Espero que encuentren amenos mis breves relatos. No aspiro a nada, pero me alegraré de saber si al menos una persona logró cautivarse un par de minutos. Supongo que eso hace la diferencia entre una rutina trazada y un devenir diferente.

¡Gracias de antemano!

miércoles, 27 de febrero de 2013

80. La satisfacción de saber que mi vida se acaba.



Una vez más estoy aquí en la soledad de este mundo, tras el rincón de unos recuerdos apergaminados en mi mente. La noche cae pesada sobre mi humanidad, como bloques de granito presionándome el corazón.

La forma de desahogar la pena por la vida es con gritos, con lamentos, con lágrimas saladas que caen al compás de mi garganta desgarrándose.

Nadie lo oye, no es de sorprenderse. Mi entorno dejó de tener oídos desde hace mucho tiempo.

Traspasando las barreras de las emociones, aún más allá... Nada está quedando... Tras el cristal sólo hay un denso agujero negro que me absorbe. Ya sobrepasé la tristeza, ya sobrepasé el enojo, el odio, la furia. Es que nada queda al final. Todo es nada para mí.
Tras el mutismo del mundo, mis gritos hacen el eco que necesito.

Duermo tarde, mi mente es necia, mis ojos contemplan la oscuridad de mi alrededor. El ambiente es acre, no tiene buen sabor. Me siento vacío por dentro, me quedé sin emociones. Perdí mis ganas de continuar luchando, perdí mi voluntad y mi convicción. Todo lo que poseía se ha esfumado, voló de mis manos y se disipó como el humo del cigarro.

Todo se lo llevaron. Aquí queda un alma que implora la muerte.

Quiero que entiendan que deseo escapar de aquí.

Para morir sólo se necesita vivir. La satisfacción que me provee la imagen mental de mi cuerpo inerte colgado de una cuerda tras el espejo, me hace rechinar los dientes de excitación. Es como un espectáculo que deseo comenzar. La posibilidad de arribar al momento definitivo de la vida es lo único que me mantiene en pie.

Despierto empapado en sudor por las madrugadas, no logro hilar varias horas de sueño. La vida me atormenta y me hace volver a la realidad. No encuentro un mejor consuelo que saber que todo tiene un final.
Mi destino se convertiría en una tortura infernal si éste fuera infinito.

Trato de pensar en la persona que una vez se preocupó por mí, la única en mi vida... Aquella que una vez me murmuró en mi oído que yo era importante... Ésa que sonrió por mi existencia. La que me cuidó un día. La única.
La que me dijo una vez que yo era especial.

Las palabras se las llevó el viento.

Siete años han pasado desde que sus huellas en la arena se desvanecieron. Mi recaída fue inminente, mi depresión se tornó severa.
¿Qué hay de ella? Hoy está con alguien más... Lejos... Lejos de mí...
Lejos... corriendo como el viento nocturno...

Cómo poder saber si eran mentiras, o su significado se encerraba tras las barras de las malditas emociones del corazón.
De cualquier forma, debí entender que era estúpido pensar que yo realmente era importante para alguien. Cuidó de sembrarme esperanzas que debían germinar de malas semillas.

Mi alma ahora es un panteón de la que sólo se cosechan suspiros.

Siento lágrimas que caen por mis ojos, pero huelen a sangre.

Yo te amé.

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