Bienvenidos!

Bienvenidos.
Gracias por visitar el pequeño nido del cisne.

Cuento con un pequeño compendio de escritos que van resultando de luces esporádicas de imaginación. Ratos de cielos color violeta sobre mi cabeza.


Escritor amateur, graduado de Letras, aunque lejos de los mejores honores. Aficionado también a la Historia y a la Filosofía.
Espero que encuentren amenos mis breves relatos. No aspiro a nada, pero me alegraré de saber si al menos una persona logró cautivarse un par de minutos. Supongo que eso hace la diferencia entre una rutina trazada y un devenir diferente.

¡Gracias de antemano!

miércoles, 27 de febrero de 2013

88. Un final intrascendente.



Al paso de una corriente aérea junto a mi silueta, todo se desmorona a través de mis sentidos. Nada queda, nada trasciende, nada sirve en lo absoluto. Una fuga siniestra de congruencia se dibuja tras cada sombra de los residuos que deja la tormenta, y estos pronto quedan pulverizados hasta volar por los aires demasiado corrompidos.
Lo veo a diario, para mi mala fortuna; es un atisbo inclemente que el destino le depara a mi mundo, a ese universo por el cual yo transito con el mayor de los desdenes. Giro mi rostro hacia los confines, trato de visualizar una esperanza tras cada herida que sufre mi alrededor. Cada grieta es un dolor profundo, es un lamento infinito que surca los helados vientos y se eleva impetuoso hasta el firmamento, sin dejar de resonar chillonamente en mis oídos. Ojalá pudiera hacer algo por toda esta porquería.
Mis pasos no crujen en el suelo que se desvanece. Mi sombra hace ya tiempo que se ha fusionado con la negrura del paisaje, que terminó engulléndola de forma brutal e impía. No voy a ningún lado, porque avanzar en este desierto es dar vueltas en el mismo círculo de la desesperación. Simplemente, mi cuerpo obedece al instinto de avanzar para embarrarme más de este musgo que rige por todos los alrededores.
No hay sol, no hay luna, no hay estrellas. No hay color. No hay vida. Avanzo, y las aves muertas caen de los cielos hasta mis pies, rendidas, con las alas extendidas como formando grandes cruces. Un paso mío, que se hunde hasta lo más abismal del fango, hace trepidar las últimas paredes grises que se sostienen llenas de fisuras a mis lados. Todo cae, no es mi cuestión; todo muere, no es mi culpa. Mis lágrimas no aliviarían una humanidad en decadencia. Estos puños que tenso en un sincero odio dirigido por la misandria jamás le devolverían la sonrisa y la vitalidad a un yerto cuerpo tendido en el olvido.

El caos reina, el silencio devasta. Corta la piel. El frío es amo y señor del mundo. Todo ha quedado corrompido, no hay vida y nada volverá a ser como alguna vez se soñó. Mis ojos se cierran porque simplemente no desean ver hacia ninguna dirección. El vacío se erige como gran estatua en medio del depósito de almas muertas, a lo lejos, en el firmamento, en donde nadie lo alcanza pero todos lo ven. Nos llena, nos engulle y nos tortura. Nos mata a todos y nadie puede salvarse. Esto ha finalizado, porque quiebra el sentido propio, porque nadie desea por cuenta propia sobrevivir al infierno terrenal.
Las últimas gotas de color son las de mi sangre, pero pronto el gris las barrerá. Mis ojos están secos, tanto como mi boca, tanto como mi interior. No nos queda nada por dentro, no nos queda una chispa, no nos queda una llama que no debía apagarse. Caeré, caeremos, todo caerá, como el resto de las cosas cayeron, y este fue el fin de lo conocido y de lo que habría de conocerse.

A la humanidad le faltó saber lo que era el amor.



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Inspiración directa de Radiohead, su humilde versión aminorada.

2 comentarios:

  1. El mundo acaba cada día para el que muere, o para el que no ve sentido alguno de la vida ni de Dios, la verdad es que las neblinas cubren al mundo dejandonos ciegos para conocer el amor e inerte por el frío de la insensibilidad, sentimos? De ser así pocos lo hacen.

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    1. Sentimos, pero pocos se detienen a saber qué sentimientos son y cómo manejarlos. Muchas gracias por la lectura, un abrazo.

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